“Terminar cada historia siempre es un reto distinto” y eso lo sabe bien Mateo García Elizondo, un escritor mexicano quien desde muy pequeño estuvo rodeado por un sin fin de historias a su alcance. Esos relatos que lo acompañaron en su crecimiento ayudaron a que especializara su pluma en relatos enfocados en el género de terror y la ciencia ficción.
Además de ser escritor, García Elizondo es guionista y periodista. Para él, los géneros literarios de terror y ciencia ficción son esenciales en su carrera, pues le gusta leerlos y escribirlos por la gran diversidad de sus historias.
“Son géneros en los que uno puede experimentar y hacer cosas más locas, divertidas. A mí me gusta mucho lo raro y creo que los géneros en los que acaba uno cayendo cuando escribe cosas raras, generalmente, tienden hacia el terror o la ciencia ficción”, señaló Mateo García Elizondo en entrevista para Animal MX.
Una cita con la Lady, es su primera novela publicada en 2019 con editorial Anagrama y esta misma define la novela como “un viaje espectral entre la vida y la muerte, entre el amor y su pérdida”.
Desde su estudio —un espacio rodeado de arte, Tito su gatito negro, vegetación, libros en estantes y su escritorio de trabajo—, el Mateo García habló de los autores que son referentes en su trabajo como el estadounidense Philip K. Dick, un escritor a quien menciona con frecuencia por ser el tipo de ciencia ficción weird que le gusta leer por su estilo al abordar los procesos de la consciencia.
Otros tres autores que han sido referentes para su trabajo creativo son Jorge Luis Borges, el escritor japonés Junichiro Tanizaki y Fernando Pessoa, un poeta y ensayista portugués.
García Elizondo destacó el trabajo de los japoneses por su forma de abordar la violencia y el erotismo y mezclarlos de una manera exquisita y bella, a pesar de ser muy fuerte con ese tratamiento.
“Dicen que el papá de la ficción weird es Lovecraft pero, yo diría que son Philip K. Dick y Jorge Luis Borges. Ellos han sido grandes influencias para mí”, señaló.
Escribir y contar historias “es algo que siempre estuvo ahí”, cuenta el autor.
De cierta manera, añade, en su familia siempre hubo muchos libros y mucho amor a las historias. Todos, de alguna manera, hacen algo relacionado con las historias. Este entorno lo llevó a crecer y elegir el camino de la literatura y el periodismo narrativo.
“Crecí con mucho de eso, supongo que leyendo y viendo películas. También me gustaban mucho las historias. Dominaban mi vida entonces y fue bastante natural ponerme a escribirlas”, contó.
García Elizondo escribió su primer relato a los 10 años. A partir de ese momento comenzó a adentrarse en el proceso creativo de un escritor. Para él, siempre fue una actividad que le ha interesado y en la que se ha profesionalizado.
“Es algo que nunca me dejó de gustar por más difícil que fuera a veces, siempre ha estado ahí y siempre me ha gustado”, enfatizó.
El recuerdo de la primera historia que escribió ocurrió cuando era niño. Se trató de un relato de misterio y asesinatos, probablemente hecha de muchas cosas que había visto antes y un poco rehecha.
“Era la historia de un tipo que se dio cuenta de que su vecino era un asesino y trataba de investigar al vecino y terminaba en el sótano del vecino. Toda la historia la contaba desde el sótano del vecino. Es de las primeras historias que recuerdo haber escrito de chico, como a los 10 u 11 años”, recordó el autor.
Décadas después su trabajo como escritor lo llevó a estudiar Letras Inglesas y Escritura Creativa por la Universidad de Westminster en Londres, Inglaterra. Incluso, realizó un posgrado en Periodismo por la London School of Journalism.
En un inicio su periodismo se enfocó en redactar crónicas de viaje, reseñas de cine y de hoteles. Pero su pasión estaba enfocada en otro subgénero periodístico: la crónica weird.
“Últimamente me he dado cuenta que lo que me gusta investigar son temas un poco raros para las crónicas. Me gusta la crónica weird con crónicas entre terror, macabras, sobrenaturales. Siempre son temas que me parecen poco comunes para las crónicas pero me divierte hacer trabajo periodístico sobre estos donde es difícil hablar entre la verdad y la realidad”, explicó.
Dedicarse a escribir no es una tarea fácil por tratarse de una profesión intelectual que conlleva largas y laboriosas horas de trabajo, reflexión y momentos de bloqueo creativo.
Mateo García Elizondo cuenta que se ha enfrentado a diversas dificultades. En general, uno de sus mayores problemas es cuando tiene una idea y en su mente es completamente reluciente, pero cuando la empieza a bajar al papel, no es como la pensó.
“No es ni como lo imaginabas. Entonces, hay un cierto conflicto con uno mismo entre lo que quieres hacer, lo puedes hacer y lo que acabas haciendo. Poco a poco he ido adoptando más esta actitud de dejar que la historia se haga así misma y se dicte a sí misma y termine cobrando forma”, recomienda.
Al final, cuenta el autor, siempre quedan cosas interesantes que son como los hijos. Uno acaba queriéndolos como son, aún si no son como uno quisiera que fueran.
“Creo que ese perfeccionismo es una de las maneras con las que más lucho. A parte de lo que todo mundo lucha como es entender a sus personajes, entender de qué va la historia temáticamente y amarrarla muy bien, terminarla siempre es un reto”, añadió.
Como autor, tiene una fiel rutina cada vez que comienza un nuevo relato. Entre las actividades que realiza para estimular su proceso creativo está el iniciar el día despertando, tomar un baño y echarse agua fría. Una vez listo, realiza ejercicios de respiración en la mañana para después tomar café, sin hacer más. Para el autor este es un momento que se toma para vaciar la mente y entrar de lleno en comenzar a escribir varias horas en la mañana.
“Se ha vuelto un poco un ritual. (…) Escribo lo que tengo ‘en el plato’, digamos, lo que tengo que acabar en ese momento y decido lo que quiero escribir realmente, ya sea cuando son mis proyectos personales, pues se me ocurre alguna historia que me interesa y eso es difícil también porque a veces, uno no tiene suficientes ideas. Tienes que escoger las ideas que vale la pena desarrollar (…) y que tienen mucho potencial”, contó.
Si has intentado escribir tu primer relato, no te pierdas los consejos que Mateo García Elizondo nos comparte para perder el miedo a las primeras líneas de una historia y comenzar a contarla.
El mayor consejo para una persona que quiere ser escritora es leer y escribir mucho. Sin embargo, el autor pone como prioridad el tener una gran lista de lecturas por delante porque es leyendo como se aprende a escribir.
García Elizondo aconseja a jóvenes autores estudiar la técnica narrativa ya que, la escritura es un arte que se lleva estudiando y la técnica para escribir se lleva construyendo por siglos.
El libro A Swim in a Pond in the Rain de George Saunders es una de las obras que recomienda para aprender y conocer sobre los principios de la escritura.
El autor señala que es importante conocerlos para entender y aplicar esos principios para después soltarlos y hacer tus propios relatos en total libertad conociendo las reglas de la escritura.
Por último, “sé necio y no te sueltes”, es lo que aconseja el escritor porque si realmente una persona quiere ser escritor es porque le gusta escribir y no habrá nada en el mundo que te haga dejar este arte.
“La perseverancia rinde mucho y ayuda mucho porque uno puede puede no publicar o no hacer las cosas bien y sentir que no hace las cosas bien durante mucho tiempo. Pero, después de hacer esto por mucho tiempo, sí aprendes cosas y empiezas a hacerlo mejor (…) porque fallas mucho mejor cada vez y esa es, realmente, la única manera para acercarte más a lo que quieres hacer”, invitó.
Mientras las manifestaciones contra medidas migratorias de Donald Trump crecen, en Paramount, donde el 36% de los vecinos nació en otro país, reivindican el rol de estos en la comunidad.
“¿Van para la guerra, con todas esas armas?”, interpela un hombre a los miembros de la Guardia Nacional que lo observan impasibles, fusiles en mano, desde el otro lado de la verja.
Estamos en Paramount, una localidad del sur de los Ángeles en la que el sábado se registraron enfrentamientos entre agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y un grupo de manifestantes que habían llegado tras correrse la voz de que se estaban llevando a cabo redadas de deportación en la zona.
Disturbios como aquel llevaron al presidente Donald Trump a intervenir, tras dos días de protestas aisladas por las operaciones migratorias, ordenando el envío de 2.000 uniformados como los que tenemos enfrente para ayudar a “restaurar la ley y el orden” en la metrópolis californiana.
“Es una maniobra que solo escalará la tensión”, advirtió el gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, adelantándose a lo que un día después se registraría en el centro de Los Ángeles, con cientos de manifestantes bloqueando accesos, agentes tratando de dispersarlos con gas lacrimógeno y granadas aturdidoras, y quema de vehículos.
“Ustedes están haciendo su trabajo, pero nosotros no somos el enemigo”, grita el hombre apostado en la valla ante los soldados a horas de que se den esas escenas de caos.
Puede que su voz destaque entre la decena de personas que se ha congregado este domingo para hacerle saber a la Guardia Nacional que su presencia no es bienvenida.
Pero su sentir es ampliamente compartido en este municipio de unos 51.000 habitantes en los que uno de cada ocho es de origen latino y el 36% nació en otro país, según datos del censo.
“Aquí solo hay gente trabajadora, porque este barrio lo levantaron los inmigrantes”, reivindica, mientras otro vecino ondea la bandera mexicana, dos jóvenes alzan unas pancartas en repudio a ICE y varios coches tocan la bocina al pasar.
Como cada fin de semana, tres de esos inmigrantes que contribuyeron a que Paramount sea el municipio que es se reúnen al otro lado de la calle para charlar de las novedades familiares y de la actualidad.
Apostados en sus vehículos de trabajo, la conversación de Juan, Rogelio y Héctor se centra este domingo en cómo en ese mismo lugar, en el parqueo de la tienda Home Depot, fue donde la víspera se encendieron las tensiones entre manifestantes y agentes federales.
“Se ve que se habían surgido informaciones de que estaban haciendo redadas justo aquí”, explica Juan, mexicano de 63 años que llegó desde Jalisco a Estados Unidos cuando tenía 17.
“Y eso trajo a gente que, en la confusión, terminó armando disturbios”, explica.
En un mensaje enviado a la BBC, el Departamento de Seguridad Nacional negó que ICE hubiera realizado operaciones en la zona el sábado.
Aunque informó que en las llevadas a cabo en Los Ángeles en la última semana detuvieron a 118 indocumentados, el golpe migratorio más duro contra esta ciudad considerada “santuario” desde que Trump llegara al poder con la promesa de llevar a cabo “la mayor deportación de la historia del país”.
Sea como fuere, los tres amigos dicen estar tranquilos — “no tenemos ningún problema, tenemos todos los papeles en regla”–, aunque reconocen que son muchos los vecinos indocumentados que viven el contexto con miedo.
“Es por eso que hoy no ves a nadie aquí”, sigue Juan, quien aun así prefirió no dar su apellido. “Generalmente, aunque más entre semana, puedes ver aquí 20 o 30 camionetas de jornaleros a la espera de que los contraten”, explica.
Uno de los pocos que este domingo llegó a ofrecerse para trabajar es Pedro, quien pidió ser identificado con seudónimo.
“Techos, reparación, pintura”, se lee en el cartel que ha pegado en el parabrisas de su vieja pick-up azul, aparcada discretamente en una esquina.
“La vida aquí es muy cara y mi pensión no alcanza”, dice este salvadoreño que lleva cinco décadas en EE.UU. y que con sus 70 años bien cumplidos está en edad de jubilarse.
“Por eso tengo que venir a rebuscarme cada día”, cuenta.
Lo hace con la tranquilidad que le da el haber regularizado su situación migratoria en el año 2000, pero sin poder evitar la angustia que le genera ver a sus vecinos sufrir.
“Esto no va a acabar aquí. Las redadas van a seguir. Se está volviendo invivible con este presidente”, dice, y añade que está valorando volverse a El Salvador.
Algunos de los vecinos buscaron consuelo y acompañamiento ante la adversidad en la iglesia cristiana a la que acuden cada domingo, Chapel of Change, situado a apenas unos metros del Home Depot y del escenario de los enfrentamientos.
Unas 200 personas, la mayoría familias de origen hispano, escuchan con atención el sermón en el que los llaman a abrazarse a la fe.
“Aquí buscamos unidad y rezamos por todos”, le dice a BBC Mundo Irene Ramírez, una de las pastoras de la iglesia, que describe a la comunidad como “vibrante, unida y orientada a la familia”.
El pastor principal de la iglesia, Bryan Worth, lo suscribe.
“Con los años Paramount se ha vuelto un municipio muy vibrante”, le explica a la BBC.
“En los 80 Paramount solía ser una de las peores ciudades pequeñas de la nación, pero los líderes cívicos, del sector educativo y los que estamos al frente de las iglesias se aliaron para transformar la comunidad, para que estuviera más unida, fuera más pacífica en general”, subraya.
“Nunca pensé que las escenas que echaban en la tele íbamos a tenerlas aquí”, se lamenta Dora Sanchez, quien ayuda en las labores de la iglesia.
“Todo es muy impactante”, añade, sin imaginarse lo que aún estaba por llegar.
A medida que las horas avanzan, la tensión este domingo sigue escalando, las escenas volviéndose más caóticas en las calles del centro de Los Ángeles y la fricción entre el gobierno federal y el estatal profundizándose.
Ante el llamado de Newsom para que retire a la Guardia Nacional de las calles y las duras críticas de gobernadores demócratas que subrayan que la medida es “un alarmante abuso de poder”, Trump se mantiene firme en su postura.
“Turbas violentas e insurrectas acosan y atacan a nuestros agentes federales para intentar detener nuestras operaciones de deportación. Pero estos disturbios ilegales solo refuerzan nuestra determinación”, la explicó en su red social TruthSocial.
“Se restablecerá el orden, los inmigrantes indocumentados serán expulsados y Los Ángeles será libre”.
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