Para entender mejor
Hasta antes de ser candidato, Juan Carlos no tenía redes sociales. Su actual trabajo como juez local —en una de las regiones más inseguras de Veracruz— le hizo apostar por la discreción. Publicar fotografías de su familia o de los lugares que concurre no es una buena idea para quien dicta sentencias a homicidas, secuestradores e integrantes de la delincuencia organizada.
Pero su bajo perfil se acabó con la reforma judicial. Si quería mantener su empleo como juez de proceso y procedimiento oral, debía competir en la elección de este domingo 1º de junio.
“Con estas nuevas reglas tienes que darte a conocer porque necesitas un voto, por lo menos alguien debe saber que existes”, dice Juan Carlos, un hombre de talla baja y tez morena que no deja de frotar sus manos.
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Para esta entrevista, pide no utilizar su verdadero nombre. Es consciente de lo que está en juego: su trabajo, su bienestar y el de su familia.
En el estado de Veracruz, en lo que respecta al proceso local extraordinario, se votarán 98 cargos para renovar el poder judicial local: 16 magistraturas del Tribunal Superior de Justicia, cinco magistraturas del nuevo Tribunal de Disciplina judicial, una magistratura del Tribunal de Conciliación y Arbitraje y 77 juezas y jueces de primera instancia. En total hay 262 candidaturas, entre ellas, la de Juan Carlos.
La entrevista continúa desde un restaurante lleno de clientes y bullicio. Juan Carlos habla de cómo su exposición pública lo ha hecho vulnerable de presiones y chantajes provenientes de abogados y pobladores que saben de sus aspiraciones y, sobre todo, que necesita votos: personas con familiares detenidos o que enfrentan procesos en esperas de una sentencia, absolutoria o condenatoria.
“Sí ha habido personas que me dice ‘yo voy a votar por usted, ¿pero si tengo algún problema me va a sacar de la cárcel? Acuérdese que el pueblo pone y el pueblo quita’. Yo les digo, ‘no, a ver, eso no puedo hacerlo. Te estaría mintiendo si te dijera que sí, porque si tienes un problema muy grave, pues definitivamente no estaría en condiciones de poderte absolver, de poderte liberar”, cuenta Juan Carlos.
Las campañas para Juan Carlos y 167 candidatas y candidatos a jueces de primera instancia comenzaron el pasado 29 de abril. Con ello, también llegaron chantajes de personas que se enteraron de sus aspiraciones. Conforme pasaban los días las presiones fueron subiendo de tono.
“De menor manera comenzaron los abogados, ‘me decían, ¡juez cuente conmigo, lo voy apoyar!’, ya al rato me decían: ‘oiga, licenciado yo ya le estoy ayudando, ¿será que puedo pasar mi audiencia para otro día?’, ayudas que les benefician porque ganan tiempo para formular mejor sus estrategias o para interponer amparos. Es peligroso”, dice el juez de control.
Otra ocasión el juez se encontró en el estacionamiento del juzgado donde trabaja a una señora que ofrecía comida. Le pareció extraño, porque no era de los comerciantes que habitualmente venden productos en ese lugar.
“La señora me ofreció comida y le dije ‘sí, pregúntale a mis compañeros si quieren algo, yo se los invito’. Al rato, pasó al juzgado y me dice que me quería ayudar en mi campaña, que conoce mucha gente, ‘deme volantes y yo se los reparto’. Le dije que sí, le agradecí, y le dije que me pondría en contacto con ella.
Después me di cuenta que está siendo investigada por fraude, por un asunto de casi 700 mil pesos. Supe por mis colaboradores que ya había sido citada a una audiencia y no se presentó. Evidentemente buscaba una cercanía para favorecerla. Tuve que decirle que me disculpara, pero ya no aceptaría su ayuda”.
El juez —entrado en confianza—, muestra capturas de pantalla de otro chantaje. Al abrir sus redes sociales un hombre le escribió por Messenger. “Buen día, lic. Me presento. Me gustaría ayudarlo en su campaña. Ahora que hay tanta desinformación sobre la elección judicial, ¿qué le parece si lo acerco con medios de comunicación para que lo entrevisten? Crear un mensaje conciso y contundente ahora que ya son cierres de campaña”, propuso un usuario que no tuvo problemas con identificarse.
—Buenos días. Me parece perfecto ¿Con qué medios sería y dígame si eso tiene un costo?, preguntó Juan Carlos.
—”Puede ser con la mayoría de los medios de comunicación de mayor relevancia en el municipio (y le enunció cinco portales en internet) hay trato con todos los medios, pero esos son los de mayor presencia. Se hace una ruedita de prensa, algo con impacto para que se entienda esto de la campaña y lleguen sus propuestas a mucha gente. Ya ve que la mayoría es gente con baja preparación académica”, respondió el usuario.
Juan Carlos se sorprendió, pues su simpatizante dijo que tenía las influencias para poner a disposición de su campaña hasta a 5 medios de comunicación. Nuevamente pidió información de esa persona y detectó que también es un señor sujeto a proceso por un fraude de 400 mil pesos. Al igual que con la comerciante, rechazó su apoyo.
Al paso de los días más abogadas y abogados le escribieron a Juan Carlos en un número que publicó en su Facebook para quien deseara saber más sobre sus propuestas de campaña.
“Me ofrecían distintas cosas, desde organizarme pláticas en escuelas hasta de plano aportar dinero a mi campaña. Uno de ellos de plano me ofreció 160 mil pesos. ¡Cómo voy a aceptar 160 mil pesos? Al rato yo sentado en el estrado me toca ver a alguien que ya me apoyó, lo ves en una audiencia y dices ‘¡híjole!’, eso me condiciona”. Ya en el juicio cómo le voy a desechar una prueba o lo voy a multar. Es absurdo”, dice el juez.
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El peor de los casos de chantaje llegó hace pocos días, cuando su campaña ya era pública y eso lo sabía un abogado que defendía a un hombre acusado de robo. Esa ocasión se llevó a cabo la audiencia de juicio y Juan Carlos declaró culpable a esa persona. Furioso, el litigante grabó un video y lo subió a redes sociales diciendo que nadie votara por el juez local, que era injusto.
“Lo hizo más como represalia, un berrinche quizá, pero claro que terminó afectándome, porque la gente que lo ve y no tiene el contexto del juicio puede creerle”, describe el entrevistado lo que es sentirse entre la espada y la pared, en este caso, entre su responsabilidad como juez y sus aspiraciones como candidato.
“Todo esto (compaginar el empleo con una campaña) es de una naturaleza diferente, porque las resoluciones pueden ser impopulares, pero justas. Qué problema, porque me ha tocado atender asuntos donde está cerrado el juzgado y donde me están gritando con sus bocinas, una presión muy grande”, agrega Juan Carlos.
Mediante un lineamiento emitido por el Consejo de la Judicatura del Poder Judicial de Veracruz, se instruyó a todo juez o jueza en función que compita como candidato que no podía solicitar permisos para hacer campaña, debido al exceso de trabajo en la entidad. Juan Carlos y otros juzgadores que a su vez son candidatos no tienen opción.
—¿No hay cierto temor a hacer campaña por acá siendo juez en activo?
“Por supuesto, sí. Hace poco fui a caminar por la sierra. En una tienda, le digo a una persona ‘permítame dejarle un folleto y explicarle algo’, se me queda viendo y me dice “ah, ¿usted es el juez de control?” y fueron como no sé, tres segundos, cinco tal vez, si me iba a reclamar o a felicitar. Por fortuna se portó tranquilo. Ese día iba únicamente acompañado de un licenciado. Pero en dado caso ¿con qué te puedes defender, no? No llevas ni un desarmador ni nada. Vas así”.
—En el estado hay 170 candidatos a presidentes municipales pidieron medidas de seguridad, ¿usted lo llegó a valorar?
“No, no me sentí del todo en riesgo. Sé en la zona en la que estoy, por lo mismo de los asuntos que trato, pero nunca realmente me sentí en un riesgo como para proceder de esa manera. Sí evito ciertos lugares. Una vez me invitaban a ir a un lugar y yo ‘no no, yo aquí me quedo. Hablen de mí por allá, te doy unas unos volantes y yo aquí me espero’”.
—Un candidato a presidente municipal promete a veces lo imposible, que va a construir un estadio aunque no haya recursos. ¿Usted qué promete?
“Sí, ese momento de prometer también lo aprendí, no sabía de esto, pero yo lo que siempre dije es precisamente eso, ‘no puedo prometer, yo atiendo casos concretos que no sé cómo los voy a decidir. Lo que hago es mostrar quién soy, qué he hecho, mi trayectoria, la forma en que he venido trabajando y voy a seguir trabajando de la misma manera’”.
Juan Carlos suma casi 20 años en el Poder Judicial de Veracruz. Su currículum es similar al de otros candidatos en funciones que han pasado por todos los puestos administrativos hasta llegar al lugar por el que hoy compiten. “Comencé cociendo expedientes, sacando copias, fui secretario, proyectista, juez municipal, auxiliar de sala, y finalmente llego como juez. Hasta hace poco ya consideraba jubilarme. Ahora todo cambia completamente. Si no eres electo vas para afuera”.
—Está en juego su trabajo. Si no llegara a ganar el resultado es inapelable. ¿Está consciente?
“Sí, porque ‘es la voluntad del pueblo’, ese es el argumento. Mi trabajo y el de muchos depende del resultado, si estás fuera de los planes de los votantes entonces pues no te queda más que hacerte a un lado y no hay manera de cómo revertirlo.
—Bajo este escenario, ¿ve un piso parejo?
Es que no lo es, definitivamente no lo es. Más allá de las capacidades o de las trayectorias que haya entre los candidatos, dependes de la posibilidad que tengas de darte a conocer. Me dice la gente, pues ‘yo voy a votar por usted porque sí vino a saludarme’ y yo digo pues qué bueno que vas a votar por mí que yo sí te saludé, pero ¿qué tiene de objetivo ese voto?’, ¿en dónde comparaste si trabaja o no trabaja el candidato, si sabe o no sabe? Va a ser muy difícil. En mi boleta somos 168 personas. Sinceramente ni yo conozco a todos mis compañeros que están participando.
Fui a un foro hace días, que agradecí ir, pero que lamenté en lo que se tornó, era un concurso de popularidad. Había una persona que llevaba hasta porra pero ¿eso qué?, eso qué. Me salí de ese lugar desanimado de lo que se ha vuelto (la elección). Si esa persona es popular, yo desconozco su trayectoria, si es buena o no”.
—¿Qué tanto ha invertido en su campaña?
“Tengo un ahorro, pero decidí no aportar más, porque es esa duda y esa incertidumbre de si lo pongo y hago una campaña más o menos o si mejor lo guardo porque lo voy a necesitar después si no gano. Estoy gastando mis ahorros y mi dinero para seguir trabajando”.
—¿Confía en la elección?
“Pues es complicado desde que tú no vas a estar vigilando tus votos. Son 212 estados en Veracruz, poner una persona en cada casilla es imposible. Está uno a la buena voluntad y trabajo del OPLE (Organismo Público Local Electoral). No me queda más que confiar”, responde Juan Carlos desconcertado en el final de la entrevista.