El documental No hay otra tierra (Palestina-Noruega,2024) registra, paso a paso, de 2019 a 2023, la destrucción de la aldea palestina de Masafer Yatta en Cisjordania por parte del ejército de Israel, que declara arbitrariamente este espacio como zona de entrenamiento y tiro de sus tropas.
Y también da cuenta de la relación de amistad que se establece entre el videasta palestino Basel Adra y el periodista israelí Yuval Abraham. El documental está dirigido por ellos dos y por Hamdam Ballal y Rachel Szor. Los cuatro construyeron un colectivo palestino-israelí, que dieron seguimiento a los hechos y concibieron la película.
Las imágenes y las entrevistas siguen a Adra y a los residentes de Masafer Yatta mientras se enfrentan al ejército de Israel, que con maquinaria destruye las casas. Los vecinos de la comunidad tenían archivos de videos filmados a lo largo de 20 años.
Los documentalistas, que trabajaron en el terreno durante casi cinco años, también filmaron lo que ocurría; ese trabajo estuvo a cargo de Szor. Los militares entraron en la casa de Adra dos ocasiones y confiscaron computadoras y cámaras. Eso no impidió que el trabajo de los cineastas siguiera adelante.
Entre las historias de la destrucción sistemática de esta comunidad está la Harun Abu Aram, residente en ella, que recibe el disparo de un soldado israelí, que lo deja paralizado del cuello para abajo, esto cuando intenta evitar que los soldados le roben su generador eléctrico. Este finalmente muere a consecuencia de sus heridas y de la imposibilidad de recibir la atención médica adecuada.
La película termina mostrando al primo de Adra, Zakaria al-Adra, que estaba desarmado, cuando recibe el disparo de un colono israelí, Yitzhak Nir, en los días posteriores al ataque del 7 de octubre dirigido por Hamás contra Israel. El ejército israelí arrasó la casa de Zakaria al-Adra en mayo de 2024.
El documental visibiliza de manera realista y dramática la situación de la aldea de Masafer Yatta, que es un ejemplo, entre otros muchos, de lo que pasa con la comunidad palestina en Cisjordania y Gaza, que ahora es objeto de una acción genocida de parte del Estado de Israel, que pretende acabar con el pueblo palestino.
Los cuatro cineastas de este colectivo, de su trabajo dijeron que “hemos creado esta película juntos, palestinos e israelíes, porque juntos nuestras voces son más fuertes”. El documental es un testimonio demoledor de los múltiples agravios que sufre la comunidad palestina de manos de los colonos y del Ejército de Israel
Es un extraordinario documental, que a través de las imágenes, del registro de lo que pasa y se dice, muestra como es la realidad. Deja en claro, sin discursos, como actúa el Estado de Israel. Es un testimonio doloroso y desgarrador y también lleno de esperanza que surge de la amistad de Adray Abraham. Es, sin duda, un documental que adquiere particular importancia y frente al actual, al tiempo eterno, conflicto palestino-israelí.
La crítica especializada reconoce que se trata de un trabajo excepcional donde la cámara “se convierte en un arma para la verdad y la resistencia, y en una herramienta para la conservación, registrando alguna prueba de que su aldea existió”. Un crítico señala, coincido con él, que “el material está ahí, y rara vez se ha reunido en un conjunto más conciso, impactante y condenatorio que aquí. Ahora solo hay que verlo”.
La película, en 2025 gana el Óscar como Mejor documental y en 2024, el Premio de Cine Documental del Festival de Cine de Berlín, y otros muchos premios internacionales como mejor documental. Cuando recibieron el Premio en el Festival de Berlín, también en la entrega del Oscar, los dos amigos hablaron y dijeron:
Abraham: “Basel y yo tenemos la misma edad. Soy israelí; Basel es palestino. Y en dos días regresaremos a una tierra donde no somos iguales. Vivo bajo la ley civil y Basel bajo la ley militar. Vivimos a 30 minutos de distancia, pero tengo derecho a voto; Basel no. Soy libre de moverme donde quiera en esta tierra; Basel está, como millones de palestinos, encerrada en la Cisjordania ocupada. Esta situación de apartheid entre nosotros, esta desigualdad, tiene que terminar”.
Adra: “Mi comunidad, mi familia, ha estado filmando cómo nuestra comunidad está siendo aniquilada por esta brutal ocupación. Estoy aquí celebrando el premio, pero también me resulta muy difícil celebrarlo cuando decenas de miles de personas de mi pueblo están siendo masacradas por Israel en Gaza. Masafer Yatta, mi comunidad, también está siendo arrasada por excavadoras israelíes”.
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El documental en el Festival de Berlín provocó mucha discusión. En Estados Unidos ninguna distribuidora se animó a difundirlo. Después de su exhibición Abraham, Ada y Ballal han sufrido ataques de grupos de la extrema derecha de Israel. En febrero de 2025, Adra fue golpeada por colonos israelíes en Cisjordania. El 24 de marzo de 2025, el codirector Ballal fue atacado por colonos israelíes en su domicilio en Susiya, Cisjordania, y resultó con heridas en la cabeza. Soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lo apartaron de la atención médica, irrumpieron en la ambulancia que lo transportaba y lo retuvieron durante un día antes de liberarlo.
Más de 800 miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas firmaron una carta abierta criticando a la Academia por no apoyar públicamente a Ballal tras su arresto. La carta dice: “El ataque a Ballal no es solo un ataque contra un cineasta, sino contra todos aquellos que se atreven a dar testimonio y decir verdades incómodas”.
Otra tierra no
Título original: No Other Land
Producción: Palestina – Noruega, 2024
Dirección: Basilea Adra, Yuval Abraham, Hamdam Balial y Raquel Szor
Guion: Basilea Adra, Yuval Abraham, Hamdam Balial y Raquel Szor
Fotografía: Raquel Szor
Música: Julio Pólux Rothlaender
Con: Población afectada, Adra y Abraham
La candidatura del presidente del Senado busca superar la división de la izquierda en Bolivia para las elecciones del 17 de agosto.
Con Evo Morales y Luis Arce fuera de la carrera, el actual presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, de 36 años, se presenta como la gran esperanza de la izquierda para competir por la presidencia de Bolivia en las elecciones del 17 de agosto.
Esta será la primera vez desde la llegada de Evo al gobierno en 2006 que el Movimiento al Socialismo (MAS), que ha dominado la política boliviana por casi dos décadas, se presenta dividido.
Y Rodríguez aparece como la figura que buscará unificar a la izquierda, partida desde hace meses por el enfrentamiento entre sus dos últimos líderes, de los que se aleja el joven político.
El senador por Cochabamba confirmó su candidatura a la presidencia de Bolivia el 3 de mayo pasado.
“Quiero decirles, queridos hermanos, acepto. Acepto este mandato y pedido popular a cambio de unidad”, anunció el joven presidente del Senado.
Este 5 de junio logró ser confirmado como candidato por el Tribunal Constitucional, luego de un pedregoso camino que incluyó un intento por deshabilitar uno de los partidos que integra su alianza.
“Finalmente se impuso la fuerza de la razón. Tenemos el vehículo, tenemos la llave, tenemos el piloto. A correr en este proceso electoral pensando en Bolivia. No hemos venido a dividir, hemos venido a unificar”, respiró aliviado Rodríguez ante la prensa al confirmarse su candidatura.
Figura clave de la renovación de la izquierda, reconocido por los opositores como alguien que dialoga, Rodríguez alcanzó proyección nacional de la mano de Evo, presidente de 2006 a 2019, sin romper con Arce, que dirige el país desde 2020. Pero en el último tiempo, ganó autonomía hasta distanciarse de ambos.
Hasta el momento, Andrónico se ubica como el candidato mejor posicionado en la izquierda, según la encuesta preelectoral de Unitel, con un 14,2% de intención de voto, detrás del empresario Samuel Doria Medina (19,1%) y del histórico adversario del masismo, el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga (18,4%).
Pero, ¿quién es realmente Andrónico?
Nacido en 1989 en Sacaba, Cochabamba, Andrónico creció en Entre Ríos, un pueblo ubicado en el húmedo bosque tropical del país, al que se llega desde la capital del departamento tras varias horas en auto, entre curvas y puestos de venta de plátanos.
A los 10 años, Andrónico vio por primera vez una imagen del entonces diputado Evo Morales, al que todavía le faltaban siete años para ser presidente, en un afiche pegado en la pared de su casa, según le contó al medio “Periodistas por el Cambio”.
A esa edad, aprendió de sus padres a participar en el sindicato de campesinos.
En cada reunión, se detenía a mirar a su padre —un hombre indígena que abandonó la escuela primaria en cuarto año y creció hablando quechua— pedir la palabra y a su madre redactar las actas.
Fue así que, tres años después, Andrónico empezó a participar de las reuniones del centro de estudiantes de su colegio secundario y de las actividades convocadas por los sindicatos del Trópico de Cochabamba.
Andrónico recordó ante ese medio haber acompañado a sus padres a los cortes de carreteras en contra del gobierno de Jorge “Tuto” Quiroga (2001-2002), quien había asumido al frente del gobierno después de la renuncia del primero dictador y luego presidente Hugo Banzer Suárez (1971-1978 y 1997-2001).
Después de hacer el servicio premilitar, con 16 años, decidió instalarse en la capital del departamento para estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba.
“Noté que a mi padre le faltaba algo. Entonces, dije: qué hago yo para superarlo. Tengo que leer. Tengo que estudiar. Pero si voy a la universidad, no voy por un título sino porque tengo que ampliar mi conocimiento”, le dijo el senador a “Periodistas por el Cambio”.
“Me sirvió de mucho ir a la universidad”, sintetizó Andrónico, aunque siempre que puede insiste en aclarar que la “formación académica no garantiza la solidez ideológica ni política” de un dirigente.
Andrónico sabe que el paso por las instituciones académicas suele alimentar la desconfianza entre los indígenas, lo que ahonda la división entre los técnicos y los políticos dentro de la izquierda en Bolivia, situación que se ha agravado durante la presidencia de Arce.
Cuando tenía 22 años Rodríguez asumió la presidencia de la Juventudes Estudiantiles de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, la organización de productores de la hoja de coca más grande del país, la cual también presidida por Evo Morales.
Fue allí donde empezó su relación política con el expresidente. La confianza se consolidó en 2018, cuando Andrónico fue elegido vicepresidente de las Seis Federaciones, quedando en segundo lugar detrás del propio expresidente y ganándose el apodo de “el heredero de Evo”.
En cada ocasión que puede, Rodríguez aclara que no le gusta que lo llamen de esa manera: “Me siento uno más de los cientos de jóvenes que se están formando en el país”.
“Andrónico es una creación de Evo Morales, que vio en él un liderazgo potencial tanto en las federaciones como a nivel político”, le dice a BBC Mundo el historiador Pablo Stefanoni, autor del libro “La revolución de Evo Morales: de la coca al palacio” (Capital Intelectual, 2006).
Tras confirmar su reciente candidatura presidencial, Morales atacó al que muchos consideran su heredero.
“Tengo mucha esperanza, todavía mucha confianza que Andrónico no sea el instrumento del imperio, de la derecha”, sostuvo el exmandatario en sus redes sociales después de conocerse la postulación.
Frente a la duras respuestas de Evo, Andrónico prefiere suavizar las suyas.
“Por más que no me tenga presente o ya no me quiera, hermano Evo, yo lo voy a tener siempre presente. Yo no seré malagradecido, desleal o traidor como dicen”, dijo en una rueda de prensa.
De todos modos, no dudó en criticarlo: “Todos podemos equivocarnos, hasta al mejor cazador se le escapa la liebre, al mejor jugador se le va un penal, al mejor político se le puede ir la lectura real de la política”.
También es critico con Luis Arce, a quien le adjudica la actual crisis económica.
En la última campaña en la que se presentó como candidato a presidente, Evo mencionó a Andrónico entre los jóvenes que podrían sucederlo en 2025, según menciona el periodista Martín Sivak en “Vértigos de lo inesperado. Evo Morales: el poder, la caída y el reino”.
Sin embargo, fue el 11 de noviembre de 2019, en un contexto de protestas, presión social y acusaciones de fraude, tras la renuncia y posterior salida del país del expresidente, cuando Andrónico dio un salto impensado a la primera línea de la política.
El enorme vacío de poder desatado en Bolivia en medio de lo que se denunció como un operativo de represión ordenado por la presidenta interina Jeanine Áñez, dio lugar al protagonismo repentino de Rodríguez.
“En ese momento, Andrónico apareció como el único que se hizo cargo en un momento del conflicto durísimo, mientras muchos de los dirigentes estaban fuera del país, renunciaban o simplemente desaparecían”, le dice a BBC Mundo la politóloga Susana Bejarano.
Un año más tarde su nombre surgió entre los favoritos en las bases del Movimiento al Socialismo para las elecciones del 18 de octubre de 2020.
Para Evo, a Andrónico le faltaba experiencia, según registra Sivak en sus conversaciones con Morales. En su lugar, respaldó a su ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce, porque supuso que sería una persona con experiencia que siempre le respondería.
Andrónico calmó sus aspiraciones presidenciales y peleó por una banca en el Senado.
Una vez en el Congreso, se convirtió con 31 años en presidente de la cámara de Senadores. Desde allí ha mostrado capacidad de negociación y diálogo con las distintas caras del MAS e incluso con la oposición, lo que le permitió ser reelegido otras cuatro veces para ese cargo.
“Andrónico tiene cintura política y sabe negociar con la oposición. Hasta el año pasado, supo surfear las aguas turbulentas que propone la polarización política en Bolivia”, define Bejarano.
Para Stefanoni, Andrónico es un dirigente con capacidad política que viene a representar una nueva etapa después del autodenominado “proceso de cambio” en Bolivia.
“Andrónico registra que el momento político de Bolivia es otro”, sintetiza Stefanoni las críticas del candidato a la gestión económica de Arce y al modo de hacer política de Morales.
“En nuestro país, nos hemos acostumbrado a resolver nuestros problemas y nuestras diferencias políticas e ideológicas en las calles: quién grita más fuerte, quién tiene el grupo de choque más fuerte. Hemos olvidado la comprensión, la paciencia, la tolerancia”, sostuvo Rodríguez en febrero pasado en el foro “Liderazgo para un Nuevo Ciclo” en Santa Cruz, un auditorio tradicionalmente adverso al MAS.
Por eso, la candidatura de Andrónico ha caído mal entre las filas de Evo.
“No contesta, no devuelve llamadas. Tienes tiempo, Andrónico, de reaccionar y volver con el pueblo”, le recriminó Evo en mayo en la Radio Kawsachun Coca.
Las críticas a Andrónico no llegan solo desde la izquierda.
Desde la oposición, el empresario Samuel Doria Medina, cuatro veces candidato a presidente y quien lidera las últimas encuestas para las elecciones de agosto, dice que “Andrónico es más de lo mismo”.
“Los masistas son los responsables de la crisis que estamos viviendo. No queremos saber más de esta situación. No crean que un rejuvenecimiento podrá ganar. Es un problema de fondo que es el modelo que ellos abrazan”, dijo Medina a los medios locales.
Por su parte, el también candidato “Tuto” Quiroga le echó en cara a Andrónico el “doble juego” ante la figura de Evo.
“Si de verdad tiene consideración con las familias bolivianas, pídale a su jefazo que levante sus bloqueos y que deje que votemos en paz”, pidió Quiroga en declaraciones a la prensa local el 5 de junio pasado.
En otra dirección, el empresario Marcelo Claure, uno de los hombres más ricos de Bolivia y quien desde EE.UU. llama a la unidad de la oposición para derrotar a la izquierda, describió a Andrónico como la “única esperanza de renovación dentro del MAS”.
“Tengo mucha fe en Andrónico. He compartido mucho con él los últimos tres años (…) Estoy seguro que va a ser una oposición constructiva, no destructiva”, compartió en la red social X.
Por primera vez, en casi 20 años la división del MAS ofrece una oportunidad a la oposición, que también competirá dividida aunque sus candidatos ocupan las primeras posiciones en los sondeos preelectorales.
Andrónico, mientras, elige hablar poco y pensar cada uno de sus pasos antes de arrancar una campaña en la que intentará pegar los pedazos rotos de la izquierda que ha gobernado desde hace casi 20 años a excepción del interinato de Áñez.
“No hay otro camino que no sea la unidad verdadera de todas las organizaciones y movimientos sociales de Bolivia. Hacemos un llamado a la unidad”, repite hasta el cansancio a la espera quizás de que le escuchan Arceo y Evo.
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